sábado, 7 de junio de 2014

Repetir para sentir y gustar. El uso de la repetición en la homilía




Decía san Ignacio de Loyola en uno de los aforismos más conocidos de sus Ejercicios Espirituales: No el mucho saber harta y satisface al ánima, mas el sentir y gustar de las cosas internamente. Lo que propone es pasar una y otra vez por la propia interioridad, lo más significativo de la oración. Desea que permee en el propio espíritu más allá de la dimensión puramente intelectual. Por eso, pide que se vuelva en varias ocasiones a los puntos que más nos han afectado en la meditación. Tal vez por vivir en la tradición ignaciana, donde a la repetición se la mira con mucho respeto, encuentro que esta favorece muchísimo la comunicación.  


El uso de la repetición en la homilía



Esta semana comparto contigo una de las técnicas oratorias que encuentro más efectivas en la comunicación oral. Es de la que más me gusta introducir en mis propias homilías. Se trata de la repetición.

La repetición es una figura retórica conocida y analizada desde la tradición grecolatina. Por medio de la repetición se consigue enfatizar una palabra o una idea que nos parece decisiva. Y además otorga unidad y coherencia al discurso. Aristóteles señala en su conocida Retórica, que esta figura es muy recomendable cuando se pronuncia un discurso, pues añade un efecto dramático y favorece la conexión con el oyente. Si prestas atención a los buenos predicadores y a los buenos oradores políticos, verás que este es un recurso muy utilizado.



Si tenemos en cuenta, como he comentado en otras entradas, que la capacidad de retención del oyente es bastante limitada, se impone la necesidad de repetir la información de manera interesante, sin causar tedio. La cantidad de información que se pierde entre lo que el predicador dice y lo que el oyente retiene es enorme. La repetición te servirá para mantenerte firme en el punto esencial de la homilía: nadie se perderá al escucharte.

Fíjate cómo utiliza Churchill la repetición en uno de sus famosos discursos:

  Combatiremos en Francia, combatiremos en los mares y océanos, combatiremos con creciente     confianza y nuestra fuerza crecerá en el aire. Defenderemos nuestra isla, sea cual sea el coste; combatiremos en las playas, combatiremos en el terreno de los desembarcos, combatiremos en los campos y en las calles, combatiremos en las montañas. Jamás nos rendiremos”.



Como puedes observar, las palabras reiteradas ayudan al político estructurar la idea clave y aportan ritmo. Si se combina la repetición con velocidades distintas al hablar, el efecto será más potente.



Además de las clásicas razones aducidas por los tratados de retórica, me gusta pensar que la repetición en sus múltiples variantes, permite que cada miembro de la asamblea saboree lo esencial de la homilía.



3 maneras de utilizar la repetición



Hay muchas figuras literarias que utilizan la repetición, pero las que utilizo con mayor frecuencia son estas tres: la anáfora, la epístrofe y la mesodiplosis.


· Anáfora: es la repetición de la misma palabra o expresión al comienzo de frases u oraciones sucesivas.

“¿Creemos que tenemos éxito apostólico porque somos capaces de movilizar a muchas personas? ¿Creemos que tenemos éxito apostólico porque preparamos nuestras celebraciones mejor que otros? ¿Creemos que tenemos éxito apostólico porque gestionamos bien el voluntariado?             ¿Creemos que tenemos éxito apostólico porque hemos sido capaces de mantener un grupo de reflexión hasta el final del curso? [Etc.]” (Homilía de una celebración con un grupo de pastoralistas).


· Epístrofe: es la repetición de la misma palabra o frase al final de oraciones que se suceden.

“Cuando era un niño, hablaba como un niño, razonaba como un niño, pensaba como un niño: pero cuando me hice hombre, dejé de lado las cosas de niño” (1 Cor 13,11).


· Mesodiplosis: se repite una palabra o frase en mitad de varias oraciones o frases seguidas.

“Nos enfrentamos a grandes obstáculos, y sin embargo no nos rendimos; nos encontramos con gran resistencia, y sin embargo no cedimos; nos agotamos a causa de la prolongada lucha, y sin embargo no nos echamos a dormir” (B. Obama).


Te propongo que comiences a utilizar alguna de estas figuras para probar los efectos de la repetición en la homilía. Si no estás muy acostumbrado, comienza con cuidado. Identifica la idea central de tu prédica e incorpora alguno de estos modos sencillos de repetición. Lo mejor es que intentes usarlos de modo conversacional y sin abusar del recurso para no fatigar a la gente.

La repetición además de añadir ritmo, claridad y coherencia a tus palabras, ayudará a que durante el tiempo de silencio que sigue a la homilía, las personas puedan gustar y sentir internamente la Buena Noticia que les has anunciado.

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